En los
bosques de nuestro país, hay muchos tipos diferentes de criaturas
que la gente no puede ver. Todas ellas son parte de la naturaleza,
y la gente ha escrito muchas historias y fábulas acerca de
ellas. Cuando caminamos a través de nuestras montañas
y nuestros valles, desde un rincón maravilloso de la imaginación
ellas nos mantienen acompañados y nos cuidan.
Esta es la historia
de uno de aquellos seres, la historia del Olentzero, un hombre humilde
que con su amor entra al corazón de todas las criaturas,
reales e imaginarias.
Hubo
una vez, hace muchos muchos años, en los profundos bosques
del País Vasco, un hada muy hermosa viviendo allí.
Su cabellera era amarilla como el sol y sus ojos eran muy brillantes.
Como todas las hadas, ella cuidaba de la gente y siempre estaba
acompañada por algunas criaturas pequeñas y divertidas,
como los duendes, llamados Prakagorri, o "pantalones rojos",
que la ayudaban en su trabajo. moneda virtual chile
Un
día, cuando ella iba viajando a través de las montañas,
se detuvo para peinar sus cabellos junto a una fuente. De repente,
los Prakagorris le anunciaron que algo se estaba moviendo entre
los helechos. El hada continuó peinando y peinando sus rizados
cabellos y no se dió cuenta de nada hasta que los Prakagorris
gritaron llamando su atención. "Es
un bebé humano"
dijo el más viejo de los duendes. "¿Por
qué lo dejaron aquí?"
dijeron todos los Prakagorris a coro. "Yo
no sé"
dijo el hada, "es
difícil de comprender como los humanos pueden ser tan desalmados
algunas veces."
"Desde
ahora,"
le dijo el hada al bebé, "tu
nombre será Olentzero, porque es una cosa maravillosa haberte
encontrado. Y por este acto te daré los regalos de Fuerza,
Coraje y Amor, por todo el tiempo que tú vivas."
Entonces el hada tomó al bebé y lo llevó a
una vieja casa en el límite del bosque donde vivían
un hombre y su mujer que no tenían niños.
"Ellos
estarán muy, muy felices de recibir este chico y lo cuidarán
muy bien, lo sé"
dijo el hada, y ella dejó al niño allí en frente
de la puerta. Muy temprano en la mañana, cuando el sol comenzaba
a levantarse, el hombre salió de la casa para ordeñar
a las vacas. Se sorprendió mucho al ver al bebé, y llamó
a su esposa: "¡Mi
amor, ven aquí rápidamente! ¡Ven a ver lo que
he encontrado!"
Tal como el hada lo había predicho, el hombre y la mujer fueron
muy, muy felices al encontrar a este chico.
"Qué afortunados hemos sido!",
dijo la mujer. E inmediatamente cubrieron al niño con una cálida
frazada y le dieron algo de comida, y lo tomaron como su hijo.
Y
así fue como Olentzero llegó a crecer en aquellas
maravillosas montañas, hasta que se convirtió en un
fuerte, saludable y amable hombre. Sus padres fueron muy felices
y Olentzero no estaba en absoluto preocupado por la extraña
forma en la cual sus padres
llegaron a encontrarlo.
Olentzero
trabajaba todos los días de la mañana a la noche,
haciendo carbón y ayudando a su anciano padre. Después
de muchos años, la anciana pareja quienes habían sido
los amorosos padres de Olentzero finalmente murieron y Olentzero
se quedó muy solo en la casa en el bosque.
Los
años vinieron y se fueron y su cara comenzó a arrugarse
y su cabello comenzó a ponerse blanco.
El
vivir solo lo volvió triste y se dió cuenta de que
lo que necesitaba hacer era ayudar a otras personas que lo necesitaban.
Recordó que en el pueblo había una casa en la cual
vivían algunos niños que no tenían padres.
Vivían de cualquier cosa que la gente del pueblo les llevara,
y Oletzero se dió cuenta de que esos niños eran muy
solitarios, justo como él, y de que él podría
hacer cosas para ellos de modo que fueran felices.
Olentzero
era muy inteligente y muy bueno haciendo cosas con sus manos, de
manera que hizo algunos juguetes de madera para aquellos niños:
pequeños juguetes y muñecas, que el podría
llevar a los niños cuando fuera al pueblo a vender su carbón.
Cuando
él terminó las muñecas y muñecos, los
puso en una gran bolsa, puso la bolsa sobre su burro, y marchó
hacia el pueblo. Olentzero se sintió muy feliz por dentro
aquel día, y sus ojos refulgieron con mucha brillantez.
que es criptomonedas chile Le
tomó toda la mañana caminar a través de las
montañas hasta llegar al pueblo, pero estaba muy feliz. Sonreía
como si estuviera en un sueño, porque iba a llevar a los
niños los juguetes que él había hecho.
Los
niños pequeños del pueblo estuvieron muy felices también
cuando recibieron sus regalos, y Olentzero se pasó la tarde
jugando con ellos y contándoles las historias que había
aprendido de su padre cuando él era pequeño. Los niños
y niñas amaron mucho a Olentzero y después de aquel
día no se sintieron tan solos como antes. Olentzero se volvió
muy conocido en aquel pueblo. Cada vez que él se acercaba,
rápidamente era rodeado por los niños.
Esto
sucedió por muchos hermosos y felices años, pero una
vez hubo una terrible tormenta en el pueblo y en las montañas
de la periferia, la cual destruyó muchas cosas. Los fríos,
fuertes vientos y el sonido de los truenos dejaron a la gente muy
asustada y trastornada, especialmente a los niños.
Un
día, cuando Olentzero estaba yendo al pueblo, vió un
rayo alcanzando a una casa. Corrió muy rápido hacia
la casa y vió algunos chicos en una de las ventanas, muy asustados,
gritando y pidiendo ayuda. Llegó hasta la casa, que estaba
en llamas, cubrió a los niños con una manta para protegerlos
del fuego, y los sacó de la casa a través de una ventana.
Pero
mientras él estaba tratando de salir, una viga de madera
vieja y grande del cielo raso cayó sobre él. Olentzero
cayó con gran dolor, y su fuerte y hermoso corazón
se detuvo. Las personas en el pueblo lloraron cuando vieron la casa
en llamas, y supieron lo que había ocurrido, y se dieron
cuenta de que no había nada que ellos pudieran hacer.
Pero
en ese mismo momento fueron sorprendidos por una brillante luz que
salía de la casa en llamas. Nadie podía ver lo que
estaba ocurriendo adentro. Pero dentro de la casa, el hada que había
encontrado a Olentzero en las montañas, cuando él
era un bebé muchos años atrás, apareció
junto a Olentzero y comenzó a llamarlo por su nombre con
su dulce voz: "¡Olentzero!
¡Olentzero!"·
Ella
dijo: "Olentzero,
tú has sido un buen hombre, lleno de fe y de buen corazón.
Has dedicado tu vida a hacer cosas para los demás, y has
dado hasta tu propia vida para salvar a otras personas. Por lo tanto
no quiero que te mueras. Yo quiero que vivas para siempre. De ahora
en adelante tú harás juguetes y otros regalos para
los niños de este pueblo y de todos los rincones del País
Vasco."
"¡Y
nosotros te ayudaremos!"
dijeron todos los Prakagorris, volando alrededor de Olentzero.
Y
así fue como vino a pasar que, en la mitad de cada invierno,
al final de cada año, Olentzero va a todos los pueblos del
País Vasco repartiendo juguetes y regalos a los niños.
Los niños de todos los pueblos celebran la llegada de Olentzero
cantando canciones y esparciendo su mensaje de amor, fuerza y coraje.
Algunas personas no creen que Olentzero realmente exista. Pero entre
los vascos hay un viejo dicho:
"todas
las cosas que tienen un nombre existen, si nosotros creemos que
existen".
Documento: «Apuntes de folklore vasco. Canciones de cuestación. Olentzero» P. José Antonio de Donostia. Año 1917. (pdf)
Documento: «El fuego de nochebuena» Jose Mari Satrustegi, etnólogo. (html)
Documento: «El árbol y la Cultura Vasca». (html)
Documento: «Creo que el tronco Olentzero es más antiguo que el personaje Olentzero». Juan Garmendia Larrañaga, etnólogo. (html)
Documento: «Sobre el folkolore infantil navideño en Navarra». M. Amor Begiristain. (html)